
La creación de la Asociación Iberoamericana de Personalismo -AIP- fue noticia reciente en L’Osservatore Romano, una buena señal de que el personalismo vivido y pensado sinérgicamente, está destinado a crecer y afianzarse como rumbo indiscutido de la verdad para los cristianos del mundo, aunque no sólo para ellos. A continuación, el texto traducido de la noticia que es noticia:
“UNA RED PERSONALISTA IBEROAMERICANA”
En julio pasado fue bautizada en Guatemala la Asociación Iberoamericana de Personalismo “una historia de amistad”, como la define Juan Manuel Burgos en su presentación. Confesando que es muy difícil conciliar “objetividad y entusiasmo” -dado que se halla directamente implicado en esta aventura cultural-, Burgos recuerda los seminarios en la Universidad de Madrid y el Convenio sobre filosofía personalista de Karol Wojtyla que llevaron al nacimiento en Madrid de la Asociación Española de Personalismo. Hace un año nació la Asociación colombiana; gracias a la colaboración de Sergio Fernández Aguayo, director del Instituto de Chile, y de Inés Riego, que preside el Instituto argentino Emmanuel Mounier de Argentina, se ha conformado una red destinada a coordinar las actividades de las entidades “hermanas”, que permaneciendo absolutamente independientes mancomunarán sus energías para organizar en común un congreso bienal.
El término “personalismo“ fue usado por primera vez en 1903, por el filósofo Charles Renouvier, una corriente filosófica basada en la centralidad de la persona como valor absoluto y se desarrolló especialmente en Francia, gracias a los trabajos de Emmanuel Mounier y de Jacques Maritain alrededor de los años treinta del siglo pasado (pero pueden incluirse voces autorizadas como la del filósofo alemán de origen hebreo Paul-Ludwig Landsberg, Romano Guardini y Josef Pieper) y se afirma como una visión realista del hombre en contraste con la alternativa del individualismo y el totalitarismo que se estaban afirmando en esa época. Una lucha total contra las ideologías todavía absolutamente actual; en la era moderna, desde Descartes en adelante ha ido afirmándose cada vez más la concepción idealista que ha disuelto la existencia real en la idea. La tarea del personalismo, desde Renouvier en adelante, sería la de soldar esa fractura y recuperar la unidad perdida. Pero “el personalismo es una filosofía no un sistema“ como subraya a menudo Emmanuel Mounier en sus escritos, por cuanto la persona que constituye el objeto principal de estudio está siempre fuera de toda posible definitiva sistematización. Una posición que también tiene valor programático para la Asociación Iberoamericana dispuesta -termina Juan Manuel Burgos- a acoger a “entidades e instituciones que promuevan el conocimiento del personalismo, como las que ya existen o puedan existir en el futuro” (Silvia Guidi).
L’Osservatore Romano, miércoles 21 de setiembre de 2011.
Traducción de Susana Merino
“UNA RED PERSONALISTA IBEROAMERICANA”
En julio pasado fue bautizada en Guatemala la Asociación Iberoamericana de Personalismo “una historia de amistad”, como la define Juan Manuel Burgos en su presentación. Confesando que es muy difícil conciliar “objetividad y entusiasmo” -dado que se halla directamente implicado en esta aventura cultural-, Burgos recuerda los seminarios en la Universidad de Madrid y el Convenio sobre filosofía personalista de Karol Wojtyla que llevaron al nacimiento en Madrid de la Asociación Española de Personalismo. Hace un año nació la Asociación colombiana; gracias a la colaboración de Sergio Fernández Aguayo, director del Instituto de Chile, y de Inés Riego, que preside el Instituto argentino Emmanuel Mounier de Argentina, se ha conformado una red destinada a coordinar las actividades de las entidades “hermanas”, que permaneciendo absolutamente independientes mancomunarán sus energías para organizar en común un congreso bienal.
El término “personalismo“ fue usado por primera vez en 1903, por el filósofo Charles Renouvier, una corriente filosófica basada en la centralidad de la persona como valor absoluto y se desarrolló especialmente en Francia, gracias a los trabajos de Emmanuel Mounier y de Jacques Maritain alrededor de los años treinta del siglo pasado (pero pueden incluirse voces autorizadas como la del filósofo alemán de origen hebreo Paul-Ludwig Landsberg, Romano Guardini y Josef Pieper) y se afirma como una visión realista del hombre en contraste con la alternativa del individualismo y el totalitarismo que se estaban afirmando en esa época. Una lucha total contra las ideologías todavía absolutamente actual; en la era moderna, desde Descartes en adelante ha ido afirmándose cada vez más la concepción idealista que ha disuelto la existencia real en la idea. La tarea del personalismo, desde Renouvier en adelante, sería la de soldar esa fractura y recuperar la unidad perdida. Pero “el personalismo es una filosofía no un sistema“ como subraya a menudo Emmanuel Mounier en sus escritos, por cuanto la persona que constituye el objeto principal de estudio está siempre fuera de toda posible definitiva sistematización. Una posición que también tiene valor programático para la Asociación Iberoamericana dispuesta -termina Juan Manuel Burgos- a acoger a “entidades e instituciones que promuevan el conocimiento del personalismo, como las que ya existen o puedan existir en el futuro” (Silvia Guidi).
L’Osservatore Romano, miércoles 21 de setiembre de 2011.
Traducción de Susana Merino